sábado, 28 de junio de 2014

TRES TRISTES TIGRES......o no??



Tres triatletas camino del  tercer triatlón de larga distancia en tres años.
Así arranca esta tri-, crónica, una tempranera mañana de viernes ,con 900 km por delante en el coche “quetienedetodo” de mi compi  Amando y seguidos, literalmente,  todo el viaje por el  compi debutante Jesús, y por su mujer Yolanda que no quería pederse detalle del evento y que de paso, nos hizo de soporte logístico a los tres triatletas.
No hubo parada hasta tierras vallisoletanas, café rápido y de esta forma nos plantamos en As Pontes a las 14:00 horas, tiempo suficiente para comprobar que algunos restaurantes no lo son, y que el viento y nosotros  íbamos a tener mucho que hablar durante el fin de semana.
Lo reconozco, soy gafe. Tres triatlones, tres vendavales. Ya hablaremos un día de Lanzarote, a ver qué pasa entonces, lo mismo hay sorpresa.

Hotelito cuco a 15 km del enclave de la prueba, muy tranquilo y con atenciones especiales para nosotros en honor a la paliza que nos íbamos a dar. El viernes no dio mucho más de sí y tras ver cómo nos la metían los holandeses en ese espectáculo llamado fútbol, cena y a dormir.
El sábado tuvimos carrerita de activación con ostión incluido, no tenía yo mejor momento para dar con mis huesos en el suelo aunque sin consecuencias, chapa y pintura; luego ruta turística por El Ferrol, aquí o se viene o no, porque lo que es que te pille de paso viniendo de Albacete como que no, así que aprovechamos la ocasión para dar un garbeo, atiborrarnos a pasta y de allí directamente a boxes para dejar bici y asistir a la charla técnica.
El enclave de la prueba es espectacular, una verde pradera a orillas de un gigantesco y profundo lago que cube el hueco de una excavación minera a cielo abierto. Ya está todo montado, con actividades pensadas para los sufridores acompañantes.


Qué majos los organizadores, simpáticos ellos micro en mano nos explicaron muy claramente la prueba: algunos toboganes en bici, algo de viento y una rampita en la carrera a pie que aconsejaban subir andando, total, “vais a tardar lo mismo, os lo aseguro (sic)”. Mucho hincapié con el tema drafting. Se explica reiteradamente cómo adelantar y qué hacer si eres adelantado, aunque más de uno en esos momentos debía estar atento a otros menesteres.
Vuelta al hotel, otra vez pasta para cenar (qué cruz) y a preparar cachivaches siguiendo el esquema mental que surge al visualizar la carrera, así no se olvida nada. O no.

El domingo amaneció con el viento más calmado (espejismo), a las 05:00 tocamos diana y bajamos a dar cuenta de un estupendo desayuno buffet dispuesto desde las 04:30 para los triatletas que estábamos en el pequeño hotel . Un lujazo. Incluso nos prepararon una bolsa de con viandas para llevar.
Repaso rápido de todo lo preparado la noche anterior y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en el lago. Impresionante el espectáculo, todavía en la penumbra del alba sorprendía la  actividad por doquier, grupos electrógenos, nervios, prisas, colas y muchos familiares. Frío, expectación.
Jesús, Amando y yo nos fundímos en un abrazo, nos deseamos suerte y nos metemos al lio cuando nos llaman a cámara para dar salida.La verdad es que no tengo nervios, es un tri cómodo, poca gente y el agua se ve muy calmada, una piscina a temperatura ideal para nadar con neopreno. Bocinazo y al agua justo con la salida del sol.

La natación fue limpia, cómoda, sin golpes y sin mucho despiste aunque en la primera vuelta se hubiese agradecido alguna boya intermedia ya que los nadadores que tenía delante impedían ver una boya situada a 600 metros y surgen dudas. Aun así no me despisto demasiado y consigo salir del agua en poco más de 1:07 sin la sensación de haber forzado demasiado y en el puesto 60 de la general. Y digo sensación porque en la transición el fotógrafo me hace una foto ( o una putada, aún no lo se, ..o si) la foto que más cariñosamente me van a recordar mi queridos compañeros de club durante algún tiempo. Sí , soy yo el de la foto y estoy vivo.

Transición rápida y a la bici, por lo visto ya me he acostumbrado a no perder mucho tiempo dudando en qué ponerme: siempre me equivoco así que mejor no pensar mucho.
El segmento de bicicleta era parte de mi apuesta en este IM. Es el primero que hago con la cabra además de llevar un entrenamiento personalizado. Jose Luis, mi entrenador, se ha empleado a fondo en intentar pulirme un poco en este segmento, desde la elección de cabra a su configuración y a realizar un entrenamiento por watios. El objetivo de bajar de 6 horas se desvanece a mitad de la prueba debido a que el viento arrecia y a que los toboganes pasan factura y parece que aumentan su inclinación a cada vuelta de las tres que había que completar. Eso sí, me dedico a comer ordenada y disciplinadamente y a beber todo lo posible para evitar mis frecuentes y temidas deshidrataciones en este segmento por burro: beber es lo más fácil de la prueba!  Los avituallamiento son completos, ordenados. El circuito cerrado por completo al tráfico, buen asfalto y los voluntarios se emplean a fondo con los ánimos, un diez para ellos.
Me cruzo en varias ocasiones con mis compañeros y las veces que me doy cuenta los animo, aunque me avisan más ellos porque no me entero mucho.

He dudado en relatar algún detalle de carrera, pero casi me veo en la obligación, total, hay que contarlo todo. O casi todo. Si bien es cierto que la civilización acaba llegando a todos los sitios, hasta a los más insospechados, en igual medida lo hacen los tontos. Y los tontos están llegando al triatlón, quizás yo sea uno de ellos, no me considero más listo que nadie. Una sencilla y cordial advertencia a un compañero de prueba motivada por el aviso de un juez se convierte en una sonora cascada de insultos y rebuznos varios, violentos. En el deporte sale a relucir lo mejor y lo peor de cada uno. No entré en polémicas y tras dejar de dar pedales y desearle que ganase una copa muy, muy grande se fué allá, devorando kilómetros hacia el olímpo de los elegidos, mascullando y escupiendo contra el viento, con las siguientes y lógicas consecuencias para él . En fin, esta clase de individuos los hay y no tiene más importancia.

Una vez olvidado el incidente me dedico a lo mío que es dosificar lo mejor que puedo y a intentar controlar en las bajadas porque el aire en alguna ocasión está a punto de mandarme al asfalto. No hay molestias en la espalda, otro logro de la combinación entre entrenador, fisio y osteópata de este año. Aún así al primer síntoma me tomé un ibuprofeno más por precaución que por dolor.
Completo los 180 km de bicicleta en 6h: 07’, posición 103 de la general, transición rápida, crema solar (detalle de la organización) y a correr se ha dicho.
El año ha estado plagado de lesiones que me hacían dudar de terminar la prueba a pie. El trabajo intensivo del osteópata y del fisio intentaron dejarme en las mejores condiciones posibles para intentar acabar, así que la decisión que tomé fue la de correr lo más rápido posible hasta que apareciese la lesión (psoas y abductor) y por lo menos haberlo intentado. Elección de zapas más ligeras de lo que aconseja el terreno (tierra) y a jugármela
Primera rampa de marras (os mouros) y cambio de planes: esto no va a poder ser. Sol de justicia, terreno variable, rampas que cortan el ritmo, calor a la ida y viento en contra a la vuelta. Tiro la toalla y ya queda como objetivo terminar de una forma decente y es a lo que me dedico, a hidratarme correctamente, a tomar geles , no caminar en la medida de lo posible y terminar.
A pesar que el circuito de carrera estaba alejado de la zona de meta (se adentraba bordeando el lago durante 7 km) no se echó en falta el calor del público ya que los corredores llenábamos el camino y los avituallamientos eran frecuentes y con unos voluntarios de lujo que han hecho una labor impagable con contínuos gestos de ánimo. Mi agradecimiento a todos y cada uno de ellos (la del megáfono estaba multiplicada en todos los segmentos, vaya crack). Me crucé con Jesus y Amando en cada vuelta. Jesús estaba cumpliendo perfectamente con el guión para su debut en esta distancia, prueba muy dura pero no se hundió en ningún momento  supo disfrutar de ella. Amando tuvo algún problema al inicio del maratón con su estómago, pero muy gordo debe ser el problema para doblegar a este tipo, duro donde los haya con un palmarés de km y de pruebas de ultrafondo este año que acojona.
Como siempre lo mejor de la prueba son los últimos km. Cuando no te has exprimido a fondo y llegas lo suficientemente entero al final  la sensación es muy difícil de explicar. Es cuando todo toma sentido, los entrenamientos, las prisas, las palizas, la dedicación , los esfuerzos de la temporada. Se disfruta. Y mucho.
Una pena no haber visto al “compañero” del segmento de bici, ese que fué raúdo hacia la gloria, se que el pobre petó en la carrera a pie y en algún momento lo adelanté. No por nada, sino por mirarle a los ojos y haberle dado ánimos, en serio. Yo soy así de tonto.

La llegada a meta fue genial. Al final 11h: 49’ por el tiempo conseguido (93 de la general, 12 de mi grupo de edad), por no lesionarme y porque todos acabáramos sanos y salvos.
Gracias a Juan Diaz, miembro del club y mi fisio y Angel Ros, osteópata que me han crujido de lo lindo este año.
Gracias a Jose Luis Caballero, mi entrenador, un tipo loco que se junta con otros locos para hacer estas locuras y que pone mucho empeño en que todo salga bien.

Y gracias a mi familia, sin ellos que me aguantan, soportan y ayudan no podría hacer el indio en esta lides.

lunes, 5 de agosto de 2013

Challenge Vitoria 2013




Vitoria nos recibió a ritmo de charangas y calles cortadas celebrando su dia de “El blusa”. Mucha juerga y ambientazo que no encajaba en el esquema que llevaba en la cabeza desde días atrás pero que nos hizo ver de forma rápida el carácter de esta ciudad que nos acogió con los brazos abiertos.
Hotel estratégicamente situado el en el centro de la ciudad, del tinglado de la prueba, de las tascas, en el meollo de la cuestión. Una gozada tener todo tan a mano (…Y en español!!!). Poco a poco fuimos llegando todos los miembros del club que estábamos inscritos y entre natación en el pantano, últimas pruebas de bicicleta, feria del corredor y chuletones varios nos vimos en el día antes de la prueba. Un reconocimiento a la zona de meta me hizo observar un detalle: al lado del arco de llegada había una “tasca-lounge” llamada “Los huevos rotos”. Y si……. Pues sí, premonitorio al 100%.
El día de la carrera tocamos diana a las 5:00 h. Una hora más tarde salíamos del hotel Amando, Andres, Paul y yo escoltados por Virginia que se marcó una intensa jornada de reportera gráfica y animadora de lujo. Primer autobús a Landa y llegada a boxes donde empezaba el movimiento. Allí se nos uniría el quinto miembro, Raúl y otra ayuda de lujo, Sarri.
Entre los cinco teníamos a dos debutantes en los 226: Raúl y Paul, que lo hicieron de forma sobresaliente.
Tras el ecopostureo de la desinfección del neopreno por aquello del mejillón cebra colocamos todo el material en boxes y formamos en postureomilitar cada uno al lado de su bicicleta. (…!!).Como es costumbre, muchos nervios, repaso del material, dudas. En esta ocasión hubo que colocar todo en la bolsa, no debía quedar nada en la bicicleta o el suelo. Todo ordenadito y limpio. Vale.
Minuto de silencio por el accidente de Galicia, bocinazo, y al agua por grupitos de categorías. La natación se desarrolló limpia, sin muchos codazos salvo el tonto del grupo que ese siempre tiene sus segundos de gloria y a fé que buen uso hace de ellos. El recorrido de vuelta fue algo caótico, pues una cosa es lo que pintan en el pdf y explican en el “briefing” (cómo mola ese nombre, eh?) y otra lo que hace el maromo o maroma que pone las boyas. En este caso los recortes llegaron a este segmento y directamente no había boyas de regreso como esas tan bonitas pintadas en la revistita, así que cada cual regrese como mejor sepa o pueda, lo que hizo que los tiempos no fuesen los estimados por la mayoría. No tuvo la cosa mayor importancia porque los de la estimación del tiempo ya nos daríamos cuenta un poco después que en eso de estimar y tal ya se encargaría la ligera brisa que nos encontramos en la bicicleta.
Transición normalilla y a por la bici. Nada más salir me encuentro con Pol que se entretuvo en discutir con su rueda delantera mientras esta le tiraba al suelo. La siguiente vez que le vi ya estaba él descansadito en meta y aburrido de esperar. Más tarde adelanté a Amando, cuando aún no sabíamos la que se nos venía encima.
El recorrido de bici fue una auténtica tostadora, si bien la primera vuelta al circuito me hizo albergar alguna esperanza (30,5 km de media), la segunda vuelta me devolvió a la cruda realidad con un viento de frente en los tramos más rectos y desprotegidos del recorrido que situaban Vitoria a la misma distancia que Algeciras. Aquí es donde se marcan las diferencias y se ve para qué sirven esas bicicletitas tan raras que servidor no lleva y no entrena. Sin acoplarse bien, no en plan de juguete, completar el recorrido fue un calvario físico y psicológico pues desesperaba no avanzar y clavar lumbares una y otra vez para nada. En más de una ocasión estuve a punto de retirarme y tirar la bicicleta por un barranco antes de darle doscientas patadas, qué desesperación!!
En fin, que haciendo uso de las reservas psicológicas y gracias a los ánimos de Virginia y Sarri, y tras adelantarme casi todas las bicicletas y carritos de Vitoria y provincias colindantes llegué a la T2 tras más de 6 horas y media. Bajada de la bicicleta con crujido de músculos (y alma) y “disparado” a la carpa de la transición, con parada a mear incluida.
Al salir al circuito de carrera cambió el panorama. La bicicleta tenía tramos puntuales de mucha animación y tramos largos y duros en solitario, así que el calor del público nada más salir de la transición suponía un chute de energía extra. Aquí ya empiezo a ver referencias de mis compis, Amando se queda rezagado en bici (si yo sufrí, este tuvo que poner doble ración de huevos, qué pundonor tiene Don Amando). Andrés iba como un obús toda la prueba, Paul lo estaba bordando literalmente y Raúl iba sobrado sin despeinarse. Me los crucé varias veces en el recorrido animándome, cosa que no podía yo hacer por falta de riego cerebral .
La primera vuelta fue como todas, de reconocimiento e intentando dimensionar para las restantes. La segunda fue eterna, larga, …..Cádiz. La tercera la debió correr mi otro yo porque ni me acuerdo y la cuarta la corrió la rabia y las ganas de acabar. Lo que sí recuerdo es ver a bastantes corredores andando, gente muy reventada y es que el viento añadió ese plus de dureza a la prueba (…que nos hizo la puñeta, vamos).
Lo mejor, la entrada en meta de la mano de Virginia y encontrarme a casi todos los compis en meta.

A Amando lo esperamos un rato, corrió con problemas en la planta del pie después de una bici infernal. Todo un ejemplo de esfuerzo. En el momento que recupere sus tiempos de bici y corrija el problemilla del pie nos dirá adiós en el agua (el amo)  y nos esperará en meta. Sus 12:47’ no dicen nada de la lección de lucha y pundonor que nos dio.
Andrés hizo un carrerón, en bici y a pie, aunque no le cuadrase del todo el tiempo (el puto viento).Nos tiene malacostumbrados, nunca se queja. Andrés sigue en progresión, ojo al dato.  A esas 10:24’ les va a meter un buen bocado, seguro.
Paul. Ostias Paul. Qué puedo decir después de semejante debut. Todo le salió genial y más que le saldrá. Sinceramente me ha impresionado la calidad de entrenamiento que ha llevado y la cabeza que ha tenido al planificar la carrera. Debutar con 10:50’ no es una casualidad, es un premio muy merecido.
Raúl. El otro debutante que firmó un carrerón impresionante, el entreno diario sale aquí y tiene más mérito si el entreno se hace en las condiciones que lo hace Raúl, sacando tiempo y sitio dónde no lo hay. Chapeau. 11:17’ es firmar un debut de lujo.
Mención especial para Jose Luis Caballero  y Jose Angel Sarrias (sarri). Estos dos van a dar mucho que hablar ya que tienen culpa del debut de los chavalines. Alimentación y preparación se van a tener muy en cuenta a partir de ahora y estos dos tienen mucho que decir.
Y como siempre, gracias a los familiares que nos han acompañado ahora y durante todo el entrenamiento, eso sí tiene mérito. Sin ese apoyo, nada.

El año pasado prometí hacer una crónica post IM Frankfurt que se quedó en el tintero. Este año sí voy a hacer una Post Challenge Vitoria, ya que la hicimos en Logroño y aunque contraviene todas las normas de recuperación da para unas cuantas anécdotas.

domingo, 16 de junio de 2013

CIRCUNSTANCIAS


Qué barbaridad. Sin darme  cuenta me he pasado casi un año diciéndome que debería escribir en el blog. Qué perro soy para algunas cosas.

O que año llevo. La verdad es que ha sido un año complicado, en lo deportivo y en el resto también, para qué negarlo. No quiero hacer aquí y ahora un balance del año sino todo lo contrario, intentar volver al punto de partida y enfocar las cosas desde la perspectiva de hace casi un año.

Llego tarde, muy tarde, a intentar retomar los entrenos con normalidad. Problemas de todos colores pero sobre todo médicos me han tenido en un continuo y desesperante bucle de arrancada y parada.

Y como ya me harté del dichoso bucle hace varias semanas que decidí tirarme al fango y entrenar como si hubiese objetivo definido aunque a día de hoy no está formalizado. El plan de entreno es de risa, mezclando fase de progresión con fase de volumen y metiendo alguna competición en plan prueba psicológica más que parte del entreno.

Con esas componendas he llegado a día de hoy con algunas carreras trail, entrenos a cascoporro sin sentido, el tri ld de Valencia y poco más, enganchando el último vagón del tren hacia Vitoria (Challenge Vitoria, 29 de Julio).
 
 

No las tengo todas conmigo. Sé, y muy bien, que si decido hacer este tri voy a sufrir como un perro, que no voy a mejorar ni de coña los tiempos de Frankfurt, que las sensaciones no van a ser las mismas (segundas partes nunca fueron buenas).

Pero también sé que esta año ha sido muy difícil para mí, que llevo sufrido lo mío y que los acontecimientos me han pasado como un rodillo por encima. Por eso mismo, si dentro de unos días el escollo médico que aun me queda me permite acabar este entrenamiento de locos, pienso plantarme en la línea de salida de Vitoria con un par, a cara de perro, a sufrir y a intentar acabar una locura que me permita gritar alto que las circunstancias son sólo eso: circunstancias.
 

 

viernes, 13 de julio de 2012

Crónica Triatlón IM Frankfurt 2012

IM Frankfurt 2012. 08/07/2012

Resulta difícil escribir la crónica de una prueba en la que se han empleado 7 meses de entrenamiento. Sobretodo porque el día de la prueba se pone en juego un sinfín de sentimientos y expectativas  que han estado fraguándose durante todo ese tiempo. Por ello, cuando sonó el despertador el domingo a las 3:45 am, no sentía ni sueño ni cansancio, solo vértigo ante el inminente desenlace de la película de estos últimos meses.

Los días previos fueron días de viajes, nervios, dudas, de planificación….y también de cervezas y de comidas hasta la “cencerreta”, no va a ser todo penar, y ya que estamos en suelo bávaro vamos a hidratarnos como mandan los cánones.
Los preparativos para una mega prueba como esta son mega cansinos: las bolsas de las transiciones, el cheking de la bicicleta, el desplazamiento al lago para entregar todo, la charla técnica….uf, hay que hacerlo sin prisa pero sin pausa porque te consume un día completo. Si algo bueno tiene es que te agota hasta el punto de acostarte prontito el día de antes e incluso poder dormir a pesar de los nervios.

A las 4:30 a.m. estábamos en la puerta del hotel Francis, Andrés, Óscar y un servidor listos para comenzar el trajín. El desayuno escaso, porque no me entró gran cosa esa mañana a pesar de los intentos de comer más y tener como consigna de la carrera hidratarme y alimentarme de forma muy correcta, tal como me había enseñado y recalcado mil veces Francis.
A las 5:00 viajábamos en los autobuses camino del matadero. Silencios y miradas perdidas.
La primera alegría del día me la llevé al comprobar que podríamos utilizar neopreno. Bien. Un miedo menos.
Revisión del equipo, nervios, globeradas varias, escuchar muy atentamente a mi vecino de boxes durante dos minutos en ingles sin entender ni papa, irme, volver, revisar, irme, volver, revisar…lo normal en un tio tan seguro como yo. Ya no reviso más,  directo a  la línea de salida junto a Francis al que ya no vería hasta la línea de meta.
La vista del lago es impresionante. 3000 zumbados metidos en el agua esperando el bocinazo de salida y en un golpe de vista distingo a mis otros dos compañeros, Óscar y Andrés. Nos abrazamos y nos deseamos suerte. Al lío.
Himno nacional y bocinazo, empieza la fiesta.
Mantecados a granel, para todos los gustos: collejas, codazos, bofetadas y hasta dedos en la nariz. Como soy cansinamente precavido salgo de muy atras. Atasco monumental y no consigo ni ritmo ni algo que se asemeje a nadar. Tengo que pasar por encima de los que llevo delante para buscar un “charco” libre. No me lo pienso y yo también me dedico a repartir collejas y a meter codos, hombre ya, que este lago es muy grande y hay agua para todos.
Las boyas se ven perfectamente, son enormes, y como es imposible seguir el camino de los bandarras que llevo delante, la táctica se limita a dar colleja a derecha e izquierda y luego vista al frente para no perder rumbo. Poco a poco la cosa se estira, se acaban los mantecados en plan barra libre y ahora sí, ahora se nada. El agua está a temperatura ideal, y el neopreno ayuda a deslizar una barbaridad.
La primera vuelta se hace rápida, salida a tierra y vuelta al agua a completar la segunda. Ya no hay agobio, el ritmo es bueno y no fuerzo, mentalmente voy visualizando la transición que se me viene encima.
Y también “visualizo” las nubes: cada vez más negras y con remolinos sospechosos.
La salida de la natación impone, nunca he salido entre tanta gente animando. Hay una pendiente muy inclinada para llegar a boxes, pero ni me entero. Veo a Marisa con la cámara de fotos. Qué lujazo contar con ella y Cecilia en estas carreras.
Justo en la transición comienza la lluvia. No llevo reloj, no sé ni el tiempo que he hecho, ni me importa. Es más, como me voy meando, me paro en un urinario y hago lo propio.
Transición cómoda, y tras decidir qué me pongo, qué me dejo, y como es normal, equivocar la elección, salgo con la bici al ataque.
En los primeros metros de bici me pasa Andrés, nos deseamos suerte y me recuerda la prudencia con el suelo mojado.
Y tanto.
Unos kilómetros después me alcanza Óscar, enfrascado en su cabra, como un tiro.
Los primeros kilómetros se ruedan cómodos y a velocidad alta (35,5 km de media), pero es solo un espejismo. La lluvia arreció hasta convertirse en un verdadero diluvio donde ya no se sabía si se rodaba o se nadaba: impresionante manta de agua de forma continuada. Normal que estos payos tengan semejantes ríos. Las caídas que veo me producen dolor ajeno y se impone la prudencia, que en mi caso se llama mieditis. Lo importante es terminar, así que voy muy centrado en los giros y cruces (muchos)
El recorrido es entretenido, la animación espectacular, pero no es un trazado llano. Hay continuas subidas alternando con bajadas muy prolongadas y falsos llanos.
La primera vuelta estuvo marcada por el agua, y el final de esta y toda la segunda por el viento que se desencadenó tras la lluvia y que hizo de algunos tramos un auténtico calvario.
El mío particular comenzó sobre el km 150 en el que mis lumbares decidieron ser protagonistas de otra crónica. Si la única forma de avanzar era ir acoplado y meter riñones contra el viento, hacerlo con las lumbares chillando no fue lo más divertido de la carrera. No quise pasar por otra pesadilla como en Elche, así que me deje llevar al pedaleo fácil y me dediqué a tragar barritas y beber energéticos mientras me adelantaban corredores a mansalva, yo creo que todos los de esta edición y parte de la del año que viene. Qué barbaridad !!
Me pasaron de todo tipo: bicicletones galácticos, normalitos, los que habían caido o pinchado, globeros, chicas, cosas raras, abueletes. Faltaba el del carrito de los helados. Mi llegada a T2 fue como el rosario de la aurora, rezando y “entre todas las mujeres”. Pero llegué, y qué llegada. Madre mía.
Yo iba pensando en aquello de que “un ironman es un maratón que se corre en fatiga”. Ahora hay que correr. Uf, Y eso , cómo lo voy a hacer?
No hay que pensar. Sólo dejarte llevar.
Es impresionante. La llegada a T2 se abrió ante mis ojos.
Virginia y mis dos hijos están esperándome para darme ánimos y se me hace un nudo en la garganta. “Vamos, vamos muy bien”. Sólo atino a levantar el pulgar.
 Un voluntario cogió mi bici (bye amiga, llévate las lumbares también), me acompañó a la carpa, me dio mi bolsa de transición , me cambié los calcetines empapados por unos secos y cuando me quise dar cuenta estaba corriendo entre un gentío que abría pasillo, sobre una alfombra roja que te enchufaba al circuito del maratón.
42 km para sufrir, para disfrutar, para pensar.
42 km que se hicieron muy largos o muy cortos, no lo sabría decir.
Sólo sé que corría con muy buenas sensaciones. La animación es espectacular, no hay adjetivos. Esta gente vive el triatlon. Te animan por tu nombre y cada tramo parece que sea una línea de meta. Los avituallamientos son sencillamente impresionantes, completísimos, ordenados, abundantes ( uno cada 1,7 km). El recorrido todo junto al río. Ya no llueve, el sol sale a ratos e incluso hace calor. En la tercera vuelta vuelvo a ver a los míos y les aviso, en poco más de una hora quiero terminar.
Mentalmente divido la carrera en 4 vueltas. La primera es de reconocimiento, se hace más larga. Ahí me pasa Andrés, que va en su segunda. Qué máquina, vaya ritmo lleva. Lo veo fresco y muy enchufado a la carrera. Me da ánimos y continua enfrascado a lo suyo.
Más tarde me pasó Óscar, también en su segunda vuelta, igual que Andrés, fresco y con buen ritmo.
Cuarta pulsera que me colocan. Es la que da acceso a meta. Ya está.
Ya es mío. Quedan dos kilómetros. Aquí ya no se sufre, se ponen los pelos de punta y las piernas van solas. No hay dolor.
Todo el mundo me anima, me llama por mi nombre, me felicita.
Un voluntario me indica el camino: alfombra roja hacia la meta. La puerta al cielo.
Un estrecho pasillo cubierto por una alfombra roja con gradas en ambos lados atestadas de público  conducen a un impresionante arco de meta coronado con una pantalla gigante en la que me reconozco al tiempo que el speaker grita mi nombre al son de la música y los aplausos de la gente.
Veo a los míos, levanto los brazos y cruzo la línea.
Allí están también Ceci y Marisa, con sus cámaras dejando constancia de cada momento vivido y tomando la imagen que más voy a recordar, cuando aparece mi hijo Álvaro por el arco de meta , saltando las vallas del público, corriendo para darme un abrazo emocionado.

Gracias a mi mujer y mis hijos, más de la mitad de esta meta es suya, por aguantarme, apoyarme, y darme la confianza, la fuerza y la estabilidad necesaria.
Gracias a los compañeros del club, a todos, por animarme, aconsejarme y ponerme las pilas.
Y gracias a todos los familiares y amigos que me habéis estado siguiendo el día de la prueba, desde la distancia notaba vuestro apoyo, os lo juro.
No podía faltar el voluntario de turno. Me llama por mi nombre, me felicita, me acompaña a la zona de recuperación y me explica todos los servicios a mi disposición. Huelga decir que le digo que sí a todo sin enterarme de la misa la mitad y más contento que unas castañuelas. Allí están Francis, Óscar y Andrés, y de las cervezas que nos tomamos para recuperarnos os lo contaré en otra crónica.